MDS 2022: «Podré bajar el tiempo, pero este es mi mejor maratón!!»

Mi nombre es Daniel Pérez Rojas, 44 años, corredor y deportista amateur, soy parte de la comunidad de Adidas Runners Santiago, el Maratón de Santiago para mí es muy especial, el año 2009 me tope de casualidad con este evento por las calles de Ñuñoa, me encanto la energía que había en la ciudad ese día, y prometí que el 2010 estaría compitiendo, de esta manera ingrese al mundo del running y me encanto, no pare más, es un imperdible para mí. Desde el 2013 que corro
los 42k cada año, esta edición la esperamos con ansias durante dos años, cuando la Pandemia paralizó al Planeta.


A las 8:30 en punto largamos, luego de unos Ce Ache iiii, y los aplausos masivos a los atletas de capacidades diferentes que largan antes. La largada se comparte con los amigos de la comunidad de AR, entre la masa de gente no se sentía el frío, los primeros metros saliendo desde la Elipse del Parque O´Higgins hasta llegar a Rondizonni, avanzamos con precaución de evitar caer o chocar a alguien en el estrecho callejón de salida, fuera del parque, la llovizna nos indicaba como se venía gran parte del recorrido.

Llegando a Avenida Matta una gran cantidad de personas alentaban el inicio del tramo. Familias, niños, grupos de corredores y entrenadores que esperaban a sus maratonistas para empujarlos anímicamente con el clásico “vamos falta poco” y llevábamos solo 2 kilómetros. Desde ese punto venía el primer “ascenso”, corriendo aproximadamente 8 kilómetros, durante ese tramo corrimos siempre a un ritmo cómodo con mis amigos Mario Díaz y José Riveros, habíamos conversado hace un tiempo de correr este maratón a un ritmo tranquilos sin presión, así que nos apoyamos entre los tres la primera parte de la carrera.


Llegamos al Estadio Nacional por Avenida Grecia, un punto icono del recorrido, y giramos por Campo De Deportes y Antonio Varas, tramo conocido para mí por ser donde entreno frecuentemente y, además, un punto estratégico moralmente, donde siempre está mi esposa María José para darme aliento. Bromeamos con los amigos de pasar a tomar desayuno mejor en vez de seguir pasando frío en la calle, pero seguimos.


Pasado el Kilómetro 10 llegando por Avenida Bilbao al oriente comienza un tramo que es muy agradable correr que es Avenida Los Leones, Chile – España y José Pedro Alessandri, 5 kilómetros de “bajadita” engañadora que muchos aprovecharon para apurar, pero es precisamente donde había que mantener la calma, ya que un maratón siempre pasa la cuenta cuando uno se entusiasma antes de tiempo con los ritmos de carrera.

Luego del kilómetro 15, girábamos al oriente nuevamente por Rodrigo de Araya hasta Jorge Monckeberg para nuevamente llegar a Avenida Grecia, en este tramo se nos queda atrás Mario que se contracturó un poco y nos dijo que siguiéramos no más, es aquí donde empieza el maratón de verdad, para llegar al tramo “eterno” de Américo Vespucio Oriente, donde en todas las veces anteriores que he corrido, siempre perdía mi maratón, trayecto muy difícil tanto física como mentalmente.


La idea era mantener un ritmo tratando de no perder a José que me seguía acompañando, juntos llegamos más o menos hasta Avenida Kennedy (K25) donde después de ese punto de hidratación mi amigo quedo un poco atrás y no lo podía forzar a seguirme, ya que él venía saliendo de una lesión.

A partir de aquí partía mi carrera en solitario, enfrentando la mejor parte, la “bajadita”, los últimos 14 kilómetros. Me sentí bien en ese momento y empecé a aumentar mi ritmo, disfrutando como nunca este tramo, bajando por Parque Bicentenario y luego Andrés Bello, acá nuevamente me encuentro con mi amada esposa que me acompaño en bicicleta los últimos kilómetros y como me conoce tanto, noto altiro lo bien que venía en comparación a las versiones anteriores donde generalmente en esta parte iba dando pena.


Al tomar Avenida Providencia estaba la sorpresa final para mí, me esperaban mis papas, mi hermana y mis hijos, lo que fue mejor que un gel con doble cafeína, una inyección de ánimo increíble que me tiro a correr.


Siempre al pasar Plaza Baquedano era un tramo donde generalmente eran los últimos dos kilómetros del recorrido anterior donde la meta era La Moneda, ese lugar era una fiesta, lleno de gente, equipos completos, un “túnel” de personas apoyando, esta vez era diferente, muy poco ambiente, poca gente y aún faltaban 7 kilómetros.

Pasando el Metro Los Héroes venía el tramo final, doblando por Almirante Latorre al sur rumbo al Parque O’Higgins, un tramo un tanto desagradable donde había que escoger entre correr en adoquines o una ciclovía, ambos en pésimo estado. El K40 estaba justo en Fantasilandia, Avenida Beaucheff, solo 2 kilómetros me separaban de mi ansiada medalla, a esa altura ya sabía que era mi mejor maratón, que era el tiempo que siempre soñé, bajar las 3 horas 30 minutos, me sobraba tiempo, la emoción me inundó ahí, junto con el ambiente fue una sensación increíble, pero aún faltaban dos kilómetros, los más lindos, solo llegar a la meta.

Mi esposa me acompaño hasta la entrada al parque, desde ahí los últimos 700 metros, me encontré con el grupo de Adidas Runners que aún aguantaban el frio
dando aliento, lo que fue el ultimo empujoncito anímico, y directo a la Meta… Ahí en la Elipse del Parque O ́Higgins donde crecí jugando, donde mis papas nos llevaban a compartir tardes completas con mis primos, donde jugué, corrí, reí… En este parque lograba mi mejor Maratón, 3 horas 25 minutos 9 segundos dice el reloj.

Lo disfrute a concho, no importo el frío, la llovizna. Dicen que un maratón lo corres solo, este lo corrí con amigos, con mi esposa al lado en bici, con mi familia en el punto exacto y fue el mejor. Puede que más adelante baje mi tiempo, pero este sin duda, ha sido el mejor. Una vez alguien me dijo que correr era pura moda… Vamos por la 12, esto no termina aquí!!