ANDES MOUNTAIN MARATHON 2022: «Exigencia brutal. Experiencia fascinante!!»

Cuando uno decide sumarse a un evento de la productora Latitud Sur Expedition sabe que llegará al límite de sus fuerzas, y que la experiencia de carrera puede lograr tintes épicos… Así me ha pasado ya hace algunos años con los eventos que organizan, ya que el nivel de exigencia es brutal, pero la experiencia resulta ser fascinante y casi adictiva. Uno reconoce que son kilómetros muy difíciles por recorrer, sin embargo esperas expectante la apertura de la próxima carrera para sumarte a un nuevo desafío…

El «Andes Mountain Marathon» de este año se veía muy agresivo, con terrenos muy secos, erosionados y un desnivel descomunal para la distancia. Desde un principio los organizadores anunciaron que los 42K en montaña sería un circuito de alta exigencia, donde los participantes tendrían que entregar lo mejor de sí para llegar a tiempo al corte, y para poder lograr cruzar la meta. No es menor que el 31% de los que partieron a las 7 am este sábado 26 de marzo no hayan obtenido su medalla de finisher.
Yo, como es usual en mí, llegué con más ansias que entrenamiento al punto de partida en Parque La Plaza Sur, en Las Condes, lugar donde pude compartir algunos breves minutos con varios amigos traileros que asistieron para acompañar o correr en alguna distancia. Prontamente Cristian Valencia y Jocelyn Yáñez -animadores del evento- comienzan la cuenta regresiva, nos deseamos éxito entre los que estamos ahí, y comenzamos a correr.


Los primeros kilómetros de carrera sirvieron para tomarle el pulso al recorrido, calentar piernas, y comenzar a correr, así que nos fuimos con los demás corredores ambientándonos al terreno, pasando por Morro Las Papas y llegando a Parque Aguas de Ramón donde pude soltarme un poco y correr al ritmo que hubiese querido para toda la carrera, por eso creo que esa pequeña y corta parte del circuito la disfruté tanto jejeje… Prontamente llegamos al abastecimiento del kilómetro 14 y recargamos líquido para lo que sospechábamos se venía, una subida larga y exigente que nos tendría sin punto de hidratación hasta el kilómetro 28, según la información de carrera que nos habían enviado al correo días antes. Comenzamos a avanzar por el sendero que nos llevaría hacía el perfil del Morro Tambor, una subida muy inclinada, exigente, y que no permitía relajar las piernas.
En mi cabeza iba calculando los minutos por kilómetro que me tomaría esa subida para llegar a tiempo al corte en el K32, en ese calculo no dimensioné el agotamiento ni las energías que perdería en esa subida. Poco a poco las piernas comenzaban a ser más lentas, y entre los corredores nos dábamos ánimo o simplemente nos mirábamos con resignación cada vez que alguien frenaba su caminar para descansar un poco. Yo tratando de no perder tantas energías en ese tramo, veía pasar a los corredores que subían con más fuerzas. Lentamente, y con más cabeza que piernas llegué arriba y en el perfil del Tambor veo a Sebastián Hurtado, amigo de muchos años, kilómetros y carreras, quien saca algunas fotos, nos abrazamos, reímos por el hecho de encontrarnos una vez más en ruta, deseamos parabienes y yo continúo el recorrido hacia Cerro Provincia… En este punto quiero presumir una de las fotos que Sebastián capturó de ese momento. Simplemente una imagen espectacular:

El recorrido hacia el Provincia fue más rápido, a pesar de los distintos dolores que sentía en las piernas pude avanzar de mejor forma, y pude compartir varios kilómetros con Alex Páez, corredor que viajó de Arica directamente al evento. Con Alex atravesamos la cumbre del Cerro Provincia y nos dirigimos hacia el abastecimiento siguiente, que para mi sorpresa estaba liderado por Nelson Villavicencio, otro gran amigo que siempre te recibe con bromas y grata conversación. Cruzamos un par de chistes, algunos datos de carrera, recargué el líquido que ya se me había acabado, disfruto algunas frutas y comienzo a correr hacia el Monolito, donde estaba el punto de corte de la carrera y otro puesto de abastecimiento. La bajada fue rápida, muy técnica por lo seco del terreno, pero nos acercamos velozmente al kilómetro 32 y reconozco en el camino a otro gran amigo trailero, Sergio Fuentes que se encuentra sacando fotografías, y tras él está saltando y gritando Oscar Quiroz, con quien nos damos un fuerte abrazo y a quien en la semana le había pedido que me esperara con Coca-Cola en ese punto. Afortunadamente para él, los organizadores programaron las bebidas en ese abastecimiento, así que todos felices con la dosis de azúcar antes de subir al Portezuelo Las Vizcachas. En ese puesto de hidratación nos juntamos varios corredores y acompañantes con los que bromeamos algunos minutos y recuperamos fuerzas. Luego de un rato, y detrás del toldo visualizo a dos corredores de 42K que están en el piso, descansando o durmiendo, me tiento a hablarles, pero me contengo para no interrumpirlos… Luego de recargar un poco de energías, me despido de todos, y comienzo a subir hacia el Portezuelo.

Son cerca de las 14:15 horas y el calor se hace casi insoportable, la exigente subida no colabora mucho para avanzar rápido, y el cansancio se agudiza. En una bifurcación del camino veo a un corredor que se desvía, le aviso que las marcas están subiendo hacia el otro lado, pero me dice: «ya no aguanto más, no sigo…». Nos miramos resignados, sabiendo que el desgaste físico y mental hasta ese momento había sido superior; cada uno sigue su camino. Al mío le quedaban aún varios kilómetros de subida…
En la mitad del camino hacia el portezuelo me encuentro a Julio Sauer, con quien hemos compartido entrenamientos, carreras y varias anécdotas en ruta, esta vez lo comprometo a que me pueda escribir un Race Report de esta carrera para el portal a lo cual acepta de inmediato, debe haber sido producto del cansancio pienso yo (revisa la publicación AQUI!!). Con mucho esfuerzo y calor logro llegar arriba para comenzar la bajada, pero la exigencia acumulada me pasa la cuenta y las piernas están fatigadas. Me tomo mi tiempo para comenzar el descenso, esperando sentir fuerzas nuevamente, y luego de un par de minutos emprendo el viaje hacia la meta, convencido que el recorrido que resta es más suave, en bajada y que solo quedan algunos kilómetros para lograr escuchar la música y el ruido del campamento base. A medida que avanzo en el recorrido logro superar a algunos corredores, y en cada paso me voy sintiendo mejor, mantengo un ritmo aceptable y los pensamientos de llegar pronto a la meta me alegran de sobre manera; comienzo a recordar distintos avisos publicitarios, canciones y hasta un listado de comidas post carrera que pretendo comer, en eso iba cuando de repente veo un chaleco amarillo reflectante y a un asistente de carrera que me indica que la ruta sigue hacia arriba. Le digo: «no sé si llorar o reír… Pensaba que se habían acabado las subidas!!» Me dice que es la última, que es muy corta en comparación a lo que ya hemos pasado, y que después de eso quedan solamente cuatro kilómetros a la meta. Lo miro, sé que me está mintiendo, pero solo me río, le agradezco y comienzo a subir recordando la publicidad de Soprole que no sé por qué llegó en ese instante a mi cabeza: «Todo lo que queremos, con esfuerzo y con la ayuda de esas pequeñas grandes cosas que nos llevan a triunfar…»

En fin, era verdad que quedaba menos, pero no los 4K que había señalado. Ese recorrido se me hizo eterno. Mientras avanzaba poco a poco comienzo a ver a distintos corredores que van por el camino, escuchan que voy respirando con dificultad, y me alientan para continuar corriendo, el calor está fuerte, a las piernas no le quedan fuerzas, avanzo más por convicción que por ganas, solo quiero llegar pronto. Diez metros adelante veo a cinco niños que se alegran al verme, no los conozco, pero les extiendo la mano para saludarnos y me traspasan su alegría cuando chocamos las manos, ese es el impulso preciso que uno necesita para el tramo final. Escucho la música que viene del campamento base, no queda nada para cruzar la meta, y Alejandro San Juan, un amigo con el que entrenamos juntos, sale a buscarme y me acompaña esos metros finales, veo unos conos naranjos que señalan el camino al pórtico de llegada. Entro a la recta final, levanto las manos, saco la lengua y sonrío por el final de esta carrera que tanto esfuerzo significó, que tuvo una exigencia brutal, pero me dejó una experiencia fascinante!!



Fotografías Race Report:
Sebastián Hurtado
Sergio Fuentes



Juan Pablo Muñoz
Ultramaratonista
www.mundorunning.cl