BOSTON MARATHON 2022: «Cruzar esa meta es de los mejores regalos que uno puede hacerse!!»

Soy Magdalena Cortés, santiaguina, ingeniera civil y maratonista desde el 2015. He corrido 9 maratones y definitivamente mi primer Boston ha sido la más significativa de todas.
Además de ser una carrera dura en si misma por los constantes desniveles, es desafiante porque implica un proyecto para el deportista, ya que sólo puedes ir si logras un tiempo de clasificación, que mi caso, era el de la primera categoría, donde te piden menos de 3hrs 30min 00sec.

Mi proyecto empezó en 2020, cuando nos encerraron y no podíamos a hacer las actividades al aire libre que son parte de la vida de un deportista. Ahí me propuse mantenerme activa y sana para soportar la pandemia y eventualmente volver a entrenar bien para correr la maratón de Chicago en octubre de ese año. Claramente el encierro fue más largo de lo esperado y la carrera se suspendió. Pese a la frustración, nunca disminuyó mi motivación por mantenerme activa, y desde el momento que se permitió salir a hacer deporte, entrené con más ganas que nunca. Me propuse disfrutar la posibilidad de volver a correr afuera y enfocar esa energía en llegar muy bien preparada a Chicago 2021 y buscar el tiempo de clasificación para Boston.

Entrené muy disciplinadamente a pesar de la incertidumbre que implicaba la pandemia, hasta que confirmaron la carrera, logré viajar a Chicago, correr la maratón y mejorar 20 minutos mi personal best, con lo que pude clasificar. Si resumo mi proceso de Boston, puedo decir que fue un proyecto que me tomó unos dos años, intenso y cargado de emociones.

Para Boston me preparé mucho porque sabía que era la maratón más dura y que llegar fuerte era clave. Íbamos cinco corredores del Teampro, así que nos prepararon un plan específico de entrenamiento que incluyó muchos desniveles, fortalecimiento y trabajos para mejorar la frecuencia cardiaca, y lo logramos, llegamos fuertes y con confianza.
La carrera se hace un lunes en el “día del patriota», así que yo llegué a Boston el sábado am para tener un par de días para acomodarme a la ciudad. Unos días antes había llegado a Nueva York, así que ya me había sacado el viaje desde Santiago del cuerpo y había podido entrenar un par de veces allá. Desde que llegas a Boston sientes el ambiente maratoniano, porque la ciudad está realmente envuelta por el evento. Son super tradicionales y se toman en serio el hecho que es la maratón más antigua y exigente. Hay mucha publicidad, la gente pone el símbolo del unicornio en sus casas, todo está adornado con los colores azul y amarillo, y puedes ver el famoso “Boston strong” en todas partes (frase nacida después del atentado en 2013).


Está lleno de corredores de todo el mundo y todos se ven super pro, fuertes y con experiencia. Es muy emotivo saber que al igual que tú, todos entrenaron mucho e hicieron un gran esfuerzo para llegar ahí, para ganar su lugar.
La versión 126 además, sería la primera en retomar la fecha original después de 2 años de pandemia y el 50° aniversario desde que se oficializó la categoría femenina en el maratón de Boston, así que el ambiente tenía una carga emocional bien alta.
El maratón empieza 40 kilómetro fuera de Boston, por lo que te llevan a las 7 am en un bus, como una hora alejada de la ciudad, hasta el pueblo de Hopkinton. Desde ese momento la cosa es entretenida, porque te subes en los típicos buses escolares de las películas y los corredores van super entusiasmados. Además, como es tanta gente, cuando vas por la carretera ves una fila de buses adelante y atrás y muchos autos por el lado tocando la bocina.

Cuando llegas al pueblo entras a un colegio donde se reúnen los 30.000 corredores en un parque gigante, todos super abrigados con ropa que luego puedes donar. Las largadas empezaban como a las 10 am, así que había tiempo para ir al baño, hidratarse, tomar el segundo desayuno, hacer la activación y llegar a los corrales que están como a un kilómetro lejos del parque. En la start line, ya la emoción se dispara y se siente la energía entre los corredores, todos contentos, pero super enfocados. ​

Los primeros 10 kilómetros son con mucha bajada, es fácil agarrar un ritmo rápido y hay que irse bien controlado. En general, mis maratones anteriores las he corrido muy pegada al reloj a ritmos parejos, pero en esta oportunidad me fui más atenta a las sensaciones, porque la estrategia era distinta en cada tramo de la carrera según la dificultad. El ambiente es muy divertido, el público es muy activo, desde temprano están con la parrilla prendida, hay muchos globos y decoración, carteles de ánimo, música, niños, gritos etc. Está lleno de símbolos, te sientes parte de la historia estando ahí.


Entre el kilómetro 10 y 24 la carrera es algo más estándar, siempre con subidas y bajadas que te van comiendo las piernas, pero puedes intentar llevar un ritmo más parejo. Es perfecto para disfrutar el entorno, porque además que tuvimos toda la suerte del mundo y corrimos con una temperatura ideal y el cielo despejado, pasas por lugares preciosos como lagunas, pueblos super bonitos, y bosques.

En el kilómetro 22-23 pasas por el Wellesley College, la universidad femenina que es famosa porque están todas las chicas en la vereda gritando y dando ánimo desaforadamente. Realmente se te para los pelos, es un griterío que se escucha unos 400 metros antes, y es una inyección de energía a la vena.


Entre el kilómetro 24 y 33 están las famosas 4 lomas, mi objetivo era llegar con piernas a esos kilómetros para subir bien y luego aprovechar la bajada. Y bueno, llegué con fuerza en las piernas, pero con menos energía de lo que esperaba, así que fue una etapa bien mental. Me iba repitiendo que yo estaba preparada para eso, acordándome de todos los entrenamientos que hice, las mil veces que corrí en el San Cristóbal, las levantadas temprano, el fortalecimiento, etc.
Hasta que de repente, cuando vas en la cuarta colina, la más empinada y que dura unos 600 metros, ves un gran cartel que dice algo como “el rompe corazones ahora está detrás tuyo” y te salta el corazón, porque sabes que finalmente pasaste la parte más dura de la carrera y desde ahí empieza la bajada, que ojo, está igual llena de pequeñas lomitas.


Ya en el kilómetro 35 dimensioné lo duro y distinto del recorrido, porque me dolían músculos distintos a los que normalmente me duelen. Como dicen mis compañeros “Boston es una carrera que no te suelta hasta el final”. En la última parte de la carrera no pude alcanzar el ritmo que pretendía y sabía que iba a
estar lejos de lograr mi objetivo de tiempo, pero seguí con la mente positiva y recordando lo afortunada que era de estar corriendo ahí, así que disfruté a concho. Por muy agotado que vayas te siente un corredor de elite, te das cuenta que estás corriendo con los mejores del mundo y que todos entienden lo que estás pasando en ese momento.

Cuando finalmente entras a Boston y tomas los últimos kilómetros de la carrera, el público se multiplica y escuchas de nuevo gritos eufóricos, te sientes un rockstar, y ahí el corazón ya se te sube a la garganta, porque estás muy cerca de esa meta y de cerrar ese lindo ciclo. Crucé la meta dándolo todo y como nunca, cuando me pasaron la medalla le di el tremendo beso que me salió del fondo del corazón, super cursi, pero había luchado tanto por estar ahí que me felicité infinitamente. Después me junté con mi equipo, nos abrazamos y nos felicitamos entre todos.
Al par de hora nos fuimos al Trillium Brewing, una cervecería bien grande que estaba cerca de nuestro hotel, y fue hermoso porque estaba llena de corredores en modo celebración.
Al día siguiente volví a la meta a sacarme la típica foto post carrera con la medalla y nuevamente estaba lleno de gente. Todo es realmente una fiesta, por eso dicen que Boston es una especie de olimpiadas para los corredores amateurs.
Me llevé los mejores recuerdos y una medalla muy simbólica, porque implicó mucho esfuerzo, en un proceso que me hizo crecer como corredora. Han pasado algunas semanas y todavía vibro con los recuerdos de ese día, así que les diría a todos los que sueñan con correrla que de verdad lo intenten, porque cruzar esa meta es de los mejores regalos que uno puede hacerse!!