Medio Maratón de Valdivia: «13° edición, la de la buena suerte!!”

Por Sergio Díaz Erbetta (@tche_tche_diaz_erbetta), maratonista de CorreCaminosChile

Rodrigo Salas, creador de Olimpo Producciones y organizador de este medio maratón, al comienzo de la premiación de esta carrera que se corrió el pasado domingo 15 de enero de 2023, comentaba que “no estaba seguro de ponerle Edición 13”, a pesar de que lo fuera, por las supersticiones (tal como hay edificios que evitan poner un Piso 13), y la verdad con algunos problemas que le pasaron a Rodrigo, uno podría pensar que estaba en lo cierto. Pero al final, todo resultó “a pedir de boca” por lo que por lo menos para mi creo que fue la de la “Buena Suerte”.

Un poco de historia… personal. Valdivia es una ciudad que me encanta, y que siempre digo me hace trampa (porque cada vez que voy hay un clima precioso, y sabemos que algunos le dicen “ValLluvia” por algo). Solía ir a correr la Media Maratón que se hacía en verano hace más de 15 años, organizada por la Asociación Atlética de allá, y que se corría en 2 giros (de 10,5 km app c/u) por el medio de la ciudad, entremedio de micros y autos (algo común en esos años, donde los corredores éramos “bichos raros” en la ciudad), pero a pesar de eso, igual era una linda carrera, y uno de los “must” del verano y donde iban a correr muchos atletas de la elite de ese tiempo. Una de las últimas veces que corrimos, recuerdo que se suspendió al final de la 1era vuelta, porque hubo un error en el Carabinero que guiaba a los líderes y les hizo correr como 500 metros de más con lo que perdieron la punta, pero bueno, son anécdotas que nos toca vivir a los que nos gusta correr.

“Si mal no me equivoco” (como decía Milton Millas), la primera versión de este Medio Maratón se hizo el sábado 30 de enero del 2010, la creó Gabriel Durán de Santiago Runners, que “inventó” esta nueva ruta para la carrera, y se les ocurrió la “LOCURA” de hacerla por el maravilloso paisaje que bordea el Río Valdivia, desde Niebla hasta terminar en la Costanera Arturo Prat (sector del Ex Helipuerto). Más encima en esos mismos días se estaba haciendo el BierFest de Kunstmann en el Parque Saval, por lo que en la noche se podía disfrutar de buenas cervezas y comida. Un panorama perfecto y que tuve la suerte de disfrutar junto a otros amigos. Gabriel solo hizo esta primera edición, y después se la “cedió” a Olimpo y Rodrigo Salas, que lo habían ayudado a organizarla y la siguen
haciendo hasta hoy. Rodrigo le sumó la distancia de 10K que partía desde un lugar llamado “Corto Circuito” en el mismo Camino a Niebla (hoy Parque Selva), pero últimamente solo se corre el medio maratón. Cortar la ruta que une Valdivia y Niebla para que podamos correr, es una LOCURA, pero una locura bella.

Desde ahí, se hizo ininterrumpidamente salvo por el 2021 (uno de los años más complejos de la pandemia). De hecho, debe haber sido de las pocas carreras que se corrió el 2020 después del estallido de octubre 2019, y como se hace en enero, aún no se desataba la pandemia. No he participado en todas, pero creo que por lo menos en 9 o 10 versiones, siempre en el medio maratón, ya que debe ser la más linda de Chile (en mi opinión) por el maravilloso paisaje que la rodea; solo
recuerdo una vez (2012) que nos llovió y terminamos estilando.

Ya, vamos a la versión 2023 para no aburrir más. Este año, como es tradición, partimos desde la Plaza de Niebla, a un costado del Fuerte y frente al Cuerpo de Bomberos, yo me hospedo en el maravilloso Hotel Cutipay (con una tremenda vista al Río Valdivia) a unos 7km de la meta, y suelo “hacer dedo” para la partida, siempre hay algún corredor buena onda que pasa y te acerca (sino habrá que correr un poco más, jajaja); esta vez tuve la suerte que pasaran el ”triatleta” Tomás Bezmalinovic junto a su padre y amablemente me llevaron a la partida (Tomás terminó 3ero en la general, lo que demuestra que además de buena persona es un gran atleta).

Como siempre, no partimos directo hacia Valdivia, sino que se gira a la izquierda y se sigue el camino principal (llamado Del Castillo en ese sector) hasta llegar al Camino Del Molino, donde luego de dos giros hacia la derecha enfilamos por Conde de Castellar hacia Valdivia (el primer kilómetro está justo cuando damos esos giros). Ahí poco antes del kilómetro 2 está el primer desafío, una cuesta algo empinada, pero como es empezando la afrontamos bien, en mi caso estaba corriendo bajo 5 minutos el kilómetro (incluso en el sector con cuesta) por lo que me sentía muy bien. El kilómetro tres tiene una gran bajada que conecta con el camino principal de Niebla a Valdivia, que aproveché para hacer mi mejor K (4 minutos 16 segundos marcó el teléfono), pero como no estoy tan bien entrenado como el 1er semestre del año pasado, pronto me doy cuenta que es un ritmo que es imposible que mantenga, por lo que decido adecuarme a lo que soy capaz, y tratamos de mantener un ritmo en torno a los 5 minutos y 10 segundos por kilómetro, a veces un poco más fuerte y otras más despacio, sobre todo aprovechando de jugar con las varias cuestas y bajadas que tiene el recorrido, que si bien no son muy largas, van desgastando y comiendo las piernas.

Los puestos de abastecimiento están muy bien localizados cada 5K, tal como siempre con Gatorade y Agua. Acá eso sí, quiero hacer una crítica como corredor, y a los corredores, tratemos dentro de lo posible de no tirar el vaso al piso, si bien todos queremos avanzar rápido, y la organización trata de recogerlos después, es imposible que se recojan todos (si hay viento peor), se me ocurren dos posibilidades: parar y tomar agua en el puesto para dejar ahí mismo el vaso, o lo que he optado yo hace varias carreras, me llevo el vaso hasta el siguiente abastecimiento y lo entrego ahí (si no encontré un basurero en el camino para tirarlo antes). Lo mismo con los envases vacíos de geles (vi unos cuantos en el camino tirados), cuanto nos pesa un vaso de plástico o un envase vacío de gel, nada, no creo que nos haga perder ni un minuto, y sí hará que nuestro mundo sea un poquito mejor (vi otro corredor con el vaso en la mano, chapeau por él).

Volviendo a la carrera, después de pasar la Cervecería Kunstmann, mi kilómetro más lento fue el 15 (5 minutos y 40 segundos), ahí el camino toma el nombre de Los Lingues, y es donde está el Puente del Río Cruces, tradicional puente que tiene una pendiente y bajada muy pronunciada (un verdadero arco). En la versión pasada (2022) también fue mi K más lento, pero como ese año estaba más entrenado pude correr todos los kilómetros bajo 5 minutos (salvo el 15 que esa vez salió a 5’01”). Ahí llegamos a la famosa Isla Teja, y los que conocemos la ruta ya sabemos que queda lo menos, seguimos por Los Lingues hasta la calle principal de la isla, que se llama Los Robles, y que es donde está el famoso Puente Pedro de Valdivia, en esta parte hay banderilleros indicando la ruta y Carabineros que tienen el transito cortado lo que hace sentirse bien seguro (ojo que no es menor cortar esta ruta). Pasado el puente, se ve la meta al lado del Hotel y Casino, pero los que conocemos la carrera, sabemos que es una “ilusión óptica” y un autoengaño, porque si bien queremos doblar a la izquierda e ir directo a la meta, solo llevamos poco más de 18K, o sea faltan tres aún.

Esos 3K son por Avenida Alemania, hasta llegar a García Reyes donde giramos a la izquierda para por fin llegar a la Costanera Arturo Prat, pero no confundirse, nueva “ilusión óptica”, porque aunque quisiéramos girar de nuevo a la izquierda para alcanzar rápido la meta, el giro es a la derecha, para alcanzar la distancia faltante del medio maratón, por lo que nos alejamos en dirección contraria a la meta por Arturo Prat, hasta pasar el Terminal de Buses (unos 100 metros) y ahí hacer el giro en «U», donde encontramos el kilómetro 20. Ahora sí< ya en dirección a la meta, sabemos que queda casi nada, por lo que lo único que resta es poner todo lo que queda en el tanque de combustible y el alma, como diría Américo “A moriiiiiiirrrr…”. Ya pronto se ve la meta y ya está, otra carrera terminada. La emoción de siempre.

Mis estadísticas finales, 1 hora 49 minutos y 49 segundos (34 minutos y fracción después del ganador que fue Cristobal Tessa con 1 hora 14 minutos y 56 segundos). Yo en el puesto 44 de los 143 inscritos, y por primera vez con podio en la Categoría (45 a 49 años), un digno tercer lugar que me alegró, y me
permite decir que para mí la 13° fue “de buena suerte”. Nunca había logrado podio en las veces anteriores que la corrí. Y aunque contento, no me pierdo, sé que se debió a que no fueron tantos ni tan rápidos corredores como en otras versiones (el año pasado hice 8 minutos menos de tiempo y solo alcanzó un noveno puesto en la categoría). Pero independiente del puesto, feliz porque todo salió perfecto, como debía ser. Solo bastaba rehidratarse, sobre todo con la Cerveza Calle Calle, que como hace varios años nos espera en la meta para degustar sus deliciosos brebajes (aparte de cerveza tiene un jugo de cranberries exquisito) y así reponer todo el líquido perdido con el esfuerzo de correr 21K. Luego la premiación, un lindo gesto fue que todos los 1° lugares se llevaron de regalo el libro “Crónicas de Trote” de Jorge Orellana, que también corrió la prueba.

Como resumen, nuevamente Valdivia me “enamoró” y me dejó con ganas de volver, por la 14°, la 15°… o la 50° edición. Un día precioso para correr, y una carrera que cumple lo que promete. La buena suerte de la 13° edición, tienen que ver con los problemas que nos comentó Rodrigo que tuvo (llegando a Valdivia, se dañó su camioneta y tuvo una serie de inconvenientes que ponían cuesta arriba la organización), pero gracias a la buena voluntad de distintas personas (incluso un conocido que le facilitó una camioneta), todo llegó a buen puerto. Quizás la moraleja o el corolario debiese ser que la buena o la mala suerte se traen o se atraen con la actitud o voluntad que le pongamos a lo que hacemos, ahí radica el secreto o el misterio. Es obvio que nunca estaremos de acuerdo en todo, y jamás saldrán todas las cosas como queremos o planificamos, pero si ante todo ponemos buena actitud, buena voluntad y una pizca de optimismo, TODO SALDRÁ BIEN. Tal como decía un personaje en la película “Shakespeare in Love”, cuando Shakespeare le dice que “Será un desastre” el estreno de Romeo y Julieta, este personaje (Henslowe) le responde “NO, todo saldrá bien”, “¿Cómo?” retruca Shakespeare; “No lo sé, ES UN MISTERIO” responde Henslowe.