PATAGONIA RUNNING FESTIVAL: «Correr en la Patagonia siempre tendrá su encanto»
Soy Andrés Cordero, coach de Mountain Running CO. y el pasado sábado 7 de octubre me propuse realizar los 50K del «Patagonia Running Festival». Este es el detalle de mi aventura:
3:50 AM suena el despertador, después de un día en que no paró el viento ni la lluvia, por fin el clima tuvo un poco de piedad.
Nos levantamos junto a mi flaquita, que también correría los 50K, tomamos desayuno y nos dirigimos al bus que nos llevaría al punto de partida en el Parque Torres Del Paine. Este bus salía a las 5 AM de Puerto Natales y la largada era a las 08 horas, podía dormir un poco más en el trayecto, ya que en la noche se hizo difícil conciliar el sueño, el viento no cesó.
Llegamos a destino y listo, las cartas estaban tiradas, era hora de empezar a correr, por suerte en ese momento no había lluvia y casi nada de viento, pero como es sabido, el clima en la Patagonia cambia a cada instante y, efectivamente, el clima no se dejó esperar.
Se venían 50 kilómetros por delante que en el papel no se veía tan complicados, peeero no fue fácil, hace muchos años que compito en carreras de Trail Running, nunca he corrido un maratón de calle, y esto ha sido lo más cercano que he estado a ello. Correr por un camino de autos lleno de repechos es bastante agotador, pero si bien eso no era tan agradable, la real dificultad de la carrera sin duda alguna fue el viento, hubo largos momentos donde no se podía avanzar, el viento te tiraba hacia atrás, como será que en una ocasión el viento me sacó los lentes y volaron 200 metros hacia atrás… Allá tuve que ir a buscarlos y de nuevo seguir tratando de avanzar, el clima fue muy agreste, a ratos lluvia, viento blanco y, por si fuera poco, se levantaba arena y te pegaba en la cara y en las piernas que eran las partes del cuerpo que iban más desprotegidas.
Siempre tuve la esperanza que, en algún momento se despejara y pudiera ver las maravillosas Torres del Paine o los «cuernos», pero no fue así. Sin embargo, pude apreciar el Lago Nordenskjöld y el Río Paine que, por supuesto, tienen su colorido.
La carrera en total tuvo 1.000 metros de desnivel positivo, quizás poco para ser una carrera de trail y mucho para ser una carrera de calle. Cuando quedaban aproximadamente 10 kilómetros, nos tocó una subida más pronunciada, cuando ya las piernas estaban cansadas por la lucha constante con el
viento, lo que en verdad fué muy agotador. Por si fuera poco, los últimos 8 kilómetros fueron en una pampa donde la clásica turba de la Patagonia te esperaba, dabas un par de pasos y te hundías, algo que no dejó de ser entretenido.
En el kilómetro 45, cuando ya no quedaba nada, pasamos por un río, creo que a esa altura era algo innecesario… Hasta los pensamientos se me congelaron, no quería mojarme más!!
Sin embargo, estaba consciente que así son este tipo de competencias, y te puedes encontrar con cualquiera de estos imprevistos en la ruta, te gusten o no, es lo que hace de este tipo de carreras una experiencia única, tienes que vivirlo para entender lo fascinante que puede llegar a ser.
Esto es parte de mi experiencia en estos simpáticos 50 kilómetros, donde el rol de la naturaleza jugó un papel preponderante en el desempeño que tuve: 4 horas 21 minutos fue lo que demoré en cruzar el pórtico de meta llegando en primera posición; muy feliz por ello, pero como competidor nunca satisfecho.
En fin, a seguir aprendiendo, seguir desafiándome y por supuesto, seguir conociendo lugares de nuestro largo, estrecho y hermoso país.
En resumen, feliz de llegar a la meta después de una movida carrera, que te esperen con un abrazo, con una rica Austral Calafate, una ducha calientita y poder disfrutar de un post carrera con tus compañeros, unas ricas pastas, unas exquisitas hamburguesas y en un rico ambiente, no puedo dejar de agradecer a todo el equipo Mountain Running Co. que estuvo pendiente de la aventura de su entrenador, también a los amigos de Pro-Runners, y RK Team que gracias a su compañerismo y buena onda esto se hace mucho más fácil.
