110K Patagonia Run 2022: «Aprendí mucho de mí en estas 18 horas».
Soy Giancarlo Calcagno Brunetto, Kinesiólogo, y creo que me estoy enamorando de las ultras ultra. Me fascina toda la logística alrededor de las carreras, el tener que planificar lo que vas a llevar y lo que no, las cosas que vas a dejar para apoyarte en los PAS, y sobre todo la prueba constante hacia uno mismo de ir enfrentando las diferentes etapas emocionales y físicas que ocurren en todas esas horas de movimiento, porque correr correr esa cantidad de horas… Creo que no!!
Esta es la primera vez que corro toda la noche. Todas las carreras de ultra anteriores habían comenzado en medio de la noche y solo 3-4 horas de oscuridad. Fue toda una entretenida aventura comenzar con luz de día y después correr toda la noche en un lugar desconocido.
Al momento de la partida me sorprendió que hubiera tanta gente de público, correr los primeros 800 metros con gente alentándote es una sensación insuperable.
Antes del primer kilómetro ya nos tocó cruzar un río, así que mis expectativas de llegar seco lo más lejos posible se fueron a cualquier parte. De todas formas, iba tan contento, que ni me molestó mojarme. Poco antes de llegar a ese punto pasé a los «Tanos», intercambiamos un par de saludos y bromas, eso fue muy simpático. Siempre he admirado a la gente de más de 50 años que corre ultra distancia, y estos compadres corren demasiado.
De ahí en adelante hasta el kilómetro 15 todo fue perfecto, sin molestias, sin cansancio, de hecho en el primer PAS solo pasé y no paré a comer ni a cargar agua. En mi cabeza estaba planificado llegar hasta el K36 (PAS Colorado 1) sin necesitar mayor soporte que agua o isotónico. Sin embargo, desde ese punto en adelante, empecé con un malestar raro y con calambres en distintas partes que no me permitieron seguir al ritmo que tenía planeado. Se me fue toda la fuerza y no era capaz de trotar ni siquiera la subida menos inclinada. No sé bien qué me hizo mal, pero haciendo cálculos creo que fueron las papas cocidas que iba comiendo. Rollazo empezar con molestias tan temprano en la carrera.
Decidí empezar a racionalizar qué hacer y me tomé un remedio que he usado otras veces para ese tipo de malestares y que, por lo tanto, llevo siempre en mi botiquín. Después de un par de horas de sufrir empecé a repuntar en el km 33-34 justo antes de llegar al PAS Colorado 1. Ahí la sopa y la Coca-Cola ayudaron un montón. Decidí que era momento de asegurarme que el cuerpo estuviera bien antes de seguir, así que me di todo el tiempo para comer, cambiarme polera y revisar los pies. Me encontré con Enzo Ferrari ahí; ayuda ver una cara chilena y que va sufriendo también.
Me fui de ese PAS con mi frontal titilando para avisarme que se estaba quedando sin batería. Mal!! Mi otra linterna estaba a casi 30 kilómetros, dos PAS más adelante. Me fui con la reserva de la batería y traté de mantenerme en grupos para guardar batería y poder seguir corriendo. En ese intento me pegué a dos argentinos con los que compartimos mucho tiempo y mucha risa, Walter y Adrián. Corrí con ellos hasta prácticamente llegar al PAS Quechuquina (K63) donde estaba mi nueva linterna.
Perdimos a Adrián unos tres kilómetros antes, ya que venía muy fatigado y no quiso que lo esperáramos. Toda mi gratitud a estos dos amigos, y tremendos respetos a Walter, que con 54 años se mandó el medio ritmo en esos últimos 3 kilómetros.
Por fin con nueva luz, cambio de ropa y con una mochila más chica, me fui a correr por cerca de 25K con Dani Navarrete, a quien le debo toda la pega de las subidas; en todas las subidas que vinieron hasta ese punto ella fue adelante y yo colgado de su ritmo atrás. En la subida final al Cerro Quilanilahue nos pasó Alicia Peñafiel, quien llegó tercera en la general de 110k, enterísima y apurando en la subida, se pasó!
En la parte alta de ese mismo cerro la Dani me dijo que me fuera. Estaba seguro de que en una próxima subida la iba a volver a ver, pero venía casi pura bajada que es lo que más disfruto. Cuando llegué al PAS Colorado 2 me di todos los lujos que me faltaban, especialmente el de cambiarme toda la ropa. Había dejado en la bolsa de ese PAS una toalla y cambio completo, desde ropa interior hasta zapatillas. Me lavé, me saqué la tierra y me puse ropa limpia; comí y me tomé las últimas sopitas y me fui, con un poco de lluvia y cuidando cada cruce de agua para llegar seco, que era el objetivo. Decidí que me iba a dar el permiso de llegar con los pies secos y limpios a la meta.
Los últimos 20K fueron los más duros, especialmente porque ya no hay tanta fuerza. En lo personal, el último tramo es cuando más quiero llegar y en este caso no fue la excepción. Desde que empecé con calambres en el kilómetro 15 nunca más disfruté una subida, por lo que cada metro de desnivel positivo en los últimos 20 kilómetros fueron cansadores. Solo disfruté las bajadas con poca pendiente y los planos.
Después del PAS Bayos 2 (KM 100) solo iba pensando en una ensalada con limón y sal. ¿Será que mi cuerpo pedía vitamina C o alguna cosa especial?
Porque algo que no faltó nunca en la ruta fue comida.
La llegada la meta fue abrumante, mucha gente alentando en la calle. En los últimos 300 metros antes de cruzar el pórtico me sentí como dentro de un estadio, ruido muy fuerte y mucha emoción, al punto que tuve que concentrarme en el piso para no caerme y ya no pude hacer contacto visual con ninguna persona de alrededor, porque estaba por explotar en las lágrimas.
Hace mucho tiempo que quería correr 100K, pero mi cabeza no aguantaba tanto tiempo conmigo mismo. Lo abrumador de la llegada a la meta fue porque me di cuenta que desde que comencé con los calambres y que tuve que reformular el objetivo nunca pensé en abandonar. Me di cuenta que había hecho una tremenda carrera ganándole a toda la adversidad de cosas que pasaron.
Aprendí mucho de mí en estas 18 horas, y me di cuenta que me caigo bien. Vi algunas cosas que me mostraron aspectos de mi vida que quiero mejorar y me terminé de convencer lo enriquecedor que es para mí el correr una carrera larga.
Algunos comentarios personales de esta carrera:
1.- Correr una carrera de esta calidad logística y de atención al corredor es algo que vale la pena permitirse. Creo que en Chile solo Nimbus tiene un nivel de atención al corredor cercano a Patagonia Run en sus carreras. El que alguien te asista en el PAS tanto para llevarte comida, como para ayudarte con tus cambios de ropa o lo que sea, es un valor tremendo.
2.- No soy fanático de los bosques; el terreno de esta carrera es blando en un 95%, bosques y arena come piernas, al que personalmente no estoy acostumbrado.
3.- Extrañé que a pesar de la tremenda logística en los PAS y en toda la recepción de la carrera los senderos de bosque tuvieran poca limpieza de terreno; en algunas partes tuve que sentarme en los troncos para poder cruzarlos. No estoy a favor de destruir la naturaleza, pero troncos caídos podrían ser cortados para facilitar el paso del corredor, sobre todo en una carrera que en sus distancias más largas la mayor parte de la ruta es de noche.
4.- Agradecimiento único a mi equipo que siempre estuvieron pendientes, a pesar de andar solo en la carrera. Todos los mustangos y mustangas son unos bakanes.