Boston Marathon 2022: «Me habían dicho sobre la ruta, pero al correrla la sentí mucho peor…»
Soy José Pacheco, este es mi tercer majors, pero sin duda que ha sido una experiencia muy especial. Acá les comparto mis vivencias sobre el evento desde el principio… El Maratón de Boston abrió las puertas de su Expo los días viernes, sábado y domingo, previos al día de la carrera realizada el lunes 18 de abril. Un lujo de Expo, todo muy bien organizado, desde la fila de ingreso hasta su recorrido. Sin saber inglés no era necesario consultar nada, estaba todo muy bien señalizado y lleno de voluntarios que podían atender cualquier duda.
El retiro de número fue muy expedito, bien separado por las largadas, diferenciadas por colores y segmentos de dorsal. El Kit, adicional al dorsal, traía una polera manga larga Adidas de color azul de muy buena calidad, revista del maratón, guía del corredor, un bolso transparente para dejar las pertenencias en guardaropía y una bolsa pequeña del tamaño de un cuaderno universitario, hermética en la cual podías añadir objetivos para llevar el día de la carrera a la Atlethes’s Village.
Dentro de la Expo, una tienda gigante del sponsor oficial Adidas con todo el merchandising que se les pueda ocurrir, y muchas cajas para que los corredores pudiesen pagar (todas llenas por lo demás) y varias otras tiendas de marcas conocidas en el running, incluido los auspiciadores. Todo muy ordenado con filas para evitar aglomeraciones. La Expo permitía ingresar con acompañantes y prácticamente nadie utilizaba mascarilla, en general en Boston no se veían muchas personas con mascarillas, salvo el transporte público, incluso las tiendas solo la recomendaban y no exigían.
El día de la carrera, de acuerdo al dorsal asignado, había que tomar el transporte, un bus de los clásicos escolares gringos. En mi caso, debía tomar el bus a las 6:45 AM, horario en punto que abrieron el acceso, sin antes realizar un chequeo individual para asegurarse que no subieras nada prohibido.
El bus salió a las 7:05 rumbo a la Atlethes’s Village, en Hopkinton, una especie de espacio abierto donde debíamos esperar los corredores la hora de poder acceder a los corrales, en mi caso 9:15 – 9:30 hrs.
El viaje duró unos 50 minutos, favorablemente los buses tenían aire acondicionado, ya que a esa hora habían 3 grados aproximadamente. En los 80 minutos de espera en la Atlethes’s Village, con el frío que hacía, todos los corredores nos colocamos al sol con el objetivo de subir la temperatura. A esa hora el frío y el viento se sentían muy fuerte.
Dentro de la Atlethes’s Village existían muchos baños químicos, muy limpios, con papel y alcohol gel, puestos de agua y comida. Adicionalmente muchos voluntarios con bolsas recolectando y clasificando la basura y las pertenencias que la gente donada, ya que todo lo que llevabas en el bus no volvía a guardarropía, o te lo llevabas mientras corrías, lo donabas o botabas.
Una vez se cumplía la hora de acceso al corral asignado, había que caminar un trayecto de aproximadamente un kilometro para llegar al punto de largada, el momento de más tensión para los corredores. Antes de comenzar la carrera una mujer cantó una especie de himno, así lo sentí yo, y a muchos se nos apretó la garganta. En el cielo pasaron dos aviones de la Fuerza Aérea estadounidense por encima de nosotros a muy baja altura, un momento que no esperaba, pero se sintió con un toque de magia.
Una vez en carrera, mucha gente hasta el kilómetro 15, costaba intentar adelantar o hacerse espacio en los puntos de hidratación, pero esto no era culpa de la carrera si no de la ruta, que comienza con solo dos pequeñas vías y genera el cuello de botella.
Los puntos de hidratación muy bien ubicados, a ambos costados y con numerosos voluntarios con vasos en la mano, por lo que siempre encontrabas a alguien que te pudiese entregar uno. Existía agua y Gatorade en recipientes de distinto color para diferenciarlos. Creo haber visto 2 a 3 puntos de entrega de gel, los de la marca que usa Kipchoge, a veces me arrepiento de no haberme guardado al menos uno jajaja, pero iba concentrado.
El recorrido de la ruta fue dura, ya me habían hablado que era así, pero la verdad que al correrla la sentí mucho peor. El mapa de altimetría es engañador, en el primer kilómetro ya tienes subidas y eso dura toda la carrera, constantes subidas y bajadas, hay que tener mucha pierna para soportarlo. Los kilómetros más pesados son entre el 27 y 34 aproximadamente, en donde se concentran las cuatro subidas más fuertes, culminando con la de cerca de 600 metros conocida como Heartbreak Hill, la colina rompecorazones.
En particular no me esforcé mucho en subirlas y cuando llegue a la cuarta, Heartbreak Hill, dije ya, se acabó esto, pero no. Los últimos 8K donde esperaba bajada, sentí que era solo subida. A esa altura ya no quedaban piernas y solo pensaba en terminar lo más dignamente posible. He leído varios comentarios de corredores que sintieron lo mismo, sobre todo los que corríamos por primera vez ese circuito. Llegando a la meta, prácticamente todos los corredores que vi iban cojeando, sentí que la carrera destroza los cuádriceps. Te entregan una botella de agua, la ansiada medalla, manta térmica, fruta y una bolsa con snacks.
Punto aparte la seguridad. Creí que por los atentados del 2013 habría mucha seguridad en la Expo, pero no era tan visible. Sí existía mucha seguridad en la villa y la ruta, policías, militares, hasta vi francotiradores en los techos mientras encajonábamos. Mucho control del tránsito durante el recorrido, todo perfecto en seguridad.
He tenido la suerte de correr otros dos majors, Chicago y Berlin, pero sin duda el Maratón de Boston se siente que es la Madre de todas ellas, no sólo por su dificultad de ruta y nivel de participantes, si no que por la mística que envuelve a la ciudad. Boston es una ciudad pequeña y todos vibran con el maratón, durante todo el recorrido existe gente apoyando, de igual manera en las calles durante la Expo y en el traslado de los buses a la Atlethes’s Village.
El cartel de ser el maratón mas antiguo y su mística le entregan al Maratón de Boston un prestigio y autoridad que ya quisieran tener en otros maratones.
Una experiencia inigualable, a los que puedan lograr las marcas que se solicitan por rango de edad y género, es un maratón que deben vivir. Boston es una ciudad cara y su maratón ruda, así que se debe juntar dinero y piernas!!